La depresión, plaga de la vida moderna, roba vidas y convierte la productividad en sufrimiento. Pero podemos vencerla: transformemos hábitos nocivos en placeres del deporte por salud.

Un monólogo para reflexionar…

“Me llaman Depresión. Los humanos me temen, pero ellos mismos me cultivan. Me nutro del estrés, mi aliado, que florece en la vorágine de la vida moderna. En las ciudades, la presión constante me señala el momento de atacar.”

“Depresión: Mi versión ante la ciencia”

“La medicina me clasifica como un trastorno anímico peligroso, causante de tristeza, ira y frustración que paraliza vidas. Acepto la etiqueta, pero no la culpa total.

Ofrezco alivio rápido: antidepresivos. Pero mis enemigos, los psiquiatras, revelan mi debilidad: el ejercicio.

Sí, el ejercicio. Prevención, movimiento y vida activa, mi némesis (mi enemigo mortal).”.

El ejercicio, mi kriptonita

“Los psiquiatras lo afirman: el ejercicio es tan poderoso contra mí como los antidepresivos. Pero ojo, en casos severos, no es suficiente. Si te atreves a combatirme con ejercicio, tu cuerpo reaccionará. Ganarás protección contra enfermedades cardíacas y diabetes, dormirás mejor y tu presión arterial bajará.

El ejercicio de alta intensidad libera endorfinas, eso que llaman el “subidón del corredor”, otro de mis enemigos. Pero la actividad física de baja o moderada intensidad el que realmente me debilita. Este tipo de movimiento estimula proteínas que fortalecen tus neuronas, creando una barrera contra mí.

¿Cómo saber si es moderado? Si Puedes mantener una conversación mientras caminas rápido, o te activas en bicicleta, bailas, nadas, estiras o practicas yoga.

“En personas deprimidas, mi blanco, el hipocampo, regulador del ánimo, se reduce. El ejercicio lo revitaliza, fortaleciendo las conexiones neuronales.”

“Vénceme, si te atreves. Muévete, y lo lograrás.”

“Yo, la Depresión, me instalo con trastornos del sueño, fatiga, cambios de apetito y dolor. Si me temes, úsalo como excusa para evitar el ejercicio.

Los psiquiatras, mis rivales, saben que es un círculo vicioso. Pero insisten: ¡levántate y muévete!

Aunque te sorprenda, revelo mi debilidad: el ejercicio.

Empieza con 5 minutos diarios de caminata o actividad placentera. Pronto serán 10, luego 15.

Sigue a Harvard: aún no hay receta mágica, pero el ejercicio alivia mis síntomas.

Si te mueves con constancia, mis efectos disminuirán en semanas.

Harvard advierte: es un camino largo, no un atajo. Elige algo que disfrutes y puedas mantener.”


RESPONSABILIDAD TEMÁTICA:
Este artículo ha sido elaborado por profesionales de la salud y editado por comunicadores digitales. Se ofrece solo con fines informativos y no sustituye la consulta médica. Para cualquier duda o problema de salud, acuda a su médico.

RECOMENDAMOS:
Para encontrar más información científica sobre diagnóstico y respuestas médicas acerca de este tema de salud, consulte:  
Harvard Medical School
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