Nike lo hace desde la creatividad para ubicar su marca en un mercado que incrementa ruido cuando el producto logra conectar las emociones del consumidor con una de las características que definen su apego por un símbolo corporativo (club, equipo) o personal (deportista).
Lo hizo Nike al elegir el “blanco” como el color de la segunda camiseta de cuatro de los principales equipos de fútbol que viste en Europa: Inter de Milán, Manchester United, Atlético de Madrid y el Paris St. German.
La estrategia del “color como vehículo de comunicación persuasiva” ha sido durante años el exitoso mensaje con el cual Adidas conecta las emociones de millones de consumidores de su socio estrella Real Madrid desde el blanco de su indumentaria. Y se convierte en el efecto de otra batalla de marketing, que nace en los estadios, a partir de la gestión de las sensaciones del color para luego trascender en las tiendas.
La “guerra del color” por el consumidor muestra a Europa como el gran segmento de la batalla. Por primera vez en cuatro años, Nike asume el dominio de los uniformes al vestir a 26 clubes en las cinco principales ligas: Alemania, Italia, Francia, España e Inglaterra. Adidas se quedó con 18. Y luego otra alemana, Puma, con 9 clientes.
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