El mundo se está convirtiendo en un lugar más gordo. El estrés de vivir en un sistema social competitivo sin un estado de bienestar fuerte hará que las personas coman más.
Así los deduce una investigación científica que analizó la economía de la salud en 11 países ricos. Encontró que aquellas naciones con un régimen de libre empresa -con incentivos fuertes al mercado y estados relativamente débiles- presentan en promedio un tercio más de sobrepeso.
La hipótesis del estudio es que las reformas liberales de mercado estimularon la competitividad tanto en el ámbito laboral como en lo que consumimos, y esto ha minado la estabilidad y seguridad personal. El incremento de la obesidad en las sociedades ricas suele atribuirse a una disponibilidad cada vez mayor de alimentos económicos, accesibles, de alto contenido calórico y preprocesados en las cadenas de comida rápida y supermercados.
Sin embargo, el fenómeno no se encuentra solo en los países desarrollados. También los emergentes están reportando aumentos en los índices conforme se integran a la economía global. Naciones como Arabia Saudita han pasado de estar desnutridos a tener una de las tasas de diabetes más altas del mundo.
Esta serie de sucesos acusa a la industria alimenticia como la gran responsable del problema desde el marketing o la estrategia de comunicación comercial que utiliza para persuadir su abundante oferta de productos: estantes surtidos con comida en empaques coloridos y brillantes, y una agresiva activación publicitaria para recordar la decisión de compra frente a la vitrina.
¿Qué tanta complicidad tiene el lenguaje de la mercadotecnia como sustento de la motivación de consumo para incentivar problemas de salud como la obesidad?
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