El impacto negativo del deporte como producto en y fuera de los estadios es un reto de los gerentes más capaces. ¿Cómo lograrlo?
RESUMEN
La euforia es detonante del estado de ánimo del grupo. Pero la derrota, lejos de mala, pone a prueba la capacidad de respuesta de los gerentes más capaces para medir racionalmente lo que ha salido bien, lo que debe salir mejor e introducir cambios para resolver los errores. Muchos prefieren convertirse en “avestruces”. Meten sus cabezas en la arena, en un intento de preservar la felicidad y para que la negatividad no ronde su campo. Pero una mala noticia demanda el osado ejecutivo dispuesto a chocar los problemas de frente. En lugar de esconderse del hecho de que su equipo tiene bajas calificaciones en cuanto a su compromiso, son los que buscan soluciones para incrementar la credibilidad de que su comportamiento importa.
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