Una competición cerrada para clubes millonarios que atesoran gran parte de los miles de millones en derechos de imagen e inversiones de patrocinio y que producen la línea de deporte de mayor consumo global. ¿Por qué se desvaneció esta propuesta empresarial?
RESUMEN
En los círculos empresariales, el torpe intento de golpe de estado de los 12 clubes produjo desconcierto en la industria. Un experto en marketing de una consultora dice que “la aceptación” de una Superliga “debería haberse comprobado mejor de antemano”. También parece que no se investigó lo suficiente la cuestión de si las grandes empresas de televisión y de streaming, como principales patrocinadores, aceptarían el nuevo producto.
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La muerte del proyecto millonario Superliga
Dos días después del anuncio que sacudió el mundo de los negocios del fútbol, el director general del FC Bayern de Múnich, Karl-Heinz Rummenigge, estaba pendiente de un espectáculo en las gradas del Allianz Arena de Múnich: no del juego de la Liga Alemana entre el Bayern de Múnich y el Bayer Leverkusen, sino de los mensajes que aparecían en su teléfono.
Poco antes del inicio del partido, Rummenigge había recibido la noticia de que el Chelsea FC se retiraría de la Superliga, una exclusiva liga de élite con 12 de los clubes más prestigiosos de Europa, que acababa de ser anunciada tras un proceso de organización encubierto. En Twitter aparecían fotos de los seguidores del club londinense vitoreando la decisión a las puertas del estadio.
Luego vinieron un titular tras otro. A medida que el reloj se acercaba a la medianoche, otros miembros fundadores anunciaron su huida: Manchester City, FC Liverpool, Tottenham Hotspur y FC Arsenal. Mientras Rummenigge conducía a su casa tras el partido de la Bundesliga en Múnich, el proyecto de la Superliga, del que el FC Bayern se había distanciado justo a tiempo, estaba en ruinas.
Los aficionados, las federaciones de fútbol y los políticos, incluidos el primer ministro británico Boris Johnson y el presidente francés Emmanuel Macron, protestaron con vehemencia contra el proyecto con drásticas contramedidas si prosperaba. La oposición fue tan grande que los iniciadores de la liga de élite, incluidos los inversores de Estados Unidos y Abu Dhabi, se retiraron por miedo.
Los acontecimientos dejaron al mundo del fútbol tradicional celebrando una victoria contra los turbo capitalistas. Sin embargo, la batalla por el futuro del fútbol no ha terminado. El sueño de los empresarios del fútbol de crear una Superliga sigue vivo. La idea es demasiado tentadora: Si se establece una competición cerrada de este tipo, un círculo de clubes de élite acapararía la mayor parte de los miles de millones que se ganan con el deporte más popular del mundo.
Incluso el FC Bayern de Múnich, que ahora se hace ver como virtuoso custodio de la tradición, ha explorado previamente la idea de la Superliga. En 2016, la marca alemana estudió discretamente la posibilidad de participar en dicha liga. En ese momento, Michael Gerlinger, el principal asesor jurídico del equipo, hizo que un bufete de abogados examinara si el club podía retirarse de la Bundesliga y cómo hacerlo.
Sin embargo, el mayor defensor de la idea es Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid. Durante un análisis de hace dos años y medio de los documentos del trove de Football Leaks, DER SPIEGEL encontró un correo electrónico que data del 22 de octubre de 2018, dirigido a Pérez, que también es un magnate de la construcción. Incluía un archivo adjunto, un borrador de 13 páginas de una “carta de intención vinculante” de 11 grandes asociaciones europeas para crear una Superliga Europea.
En abril 2021, Pérez se unió a otros dirigentes de clubes para anunciar el tan rumoreado plan. Para los responsables de la UEFA, el organismo rector del fútbol europeo, que habían estado preparando la reforma de la Liga de Campeones, esto equivalía a una adquisición hostil.
Incluso se había registrado una sede para el grupo que trabajaba estrechamente con Pérez en la quinta planta de un edificio de oficinas en el centro de Madrid. La dirección: Calle José Ortega y Gasset, número 29. El edificio alberga un Starbucks y un restaurante gourmet en la planta baja. No en vano, hay muchos bancos a la vuelta de la esquina.
Todos los miembros fundadores de la Superliga han firmado un acuerdo marco de 167 páginas. En la parte superior del documento, que ha visto DER SPIEGEL, se afirma que se hacía con la mejor intención, en beneficio de “todos los aficionados del mundo”.
A esto le sigue una promesa parecida a una venta católica de indulgencias. Afirma que la nueva Superliga “inyectaría nuevos recursos significativos en el fútbol”; que el 8% de los ingresos televisivos, o al menos 400 millones de euros (483 millones de dólares), se destinarían anualmente a pagos solidarios y causas benéficas, y que la Superliga ofrecería “ventajas considerables al fútbol amateur y de base”.
Los miembros fundadores sólo incluían equipos de Inglaterra, España e Italia. Según el plan, se invitaría a más equipos de otras ligas a formar parte del ilustre círculo durante una temporada, como si fueran sparrings (un término de boxeo: persona con la que se entrena un boxeador para preparar un combate). Los organizadores imaginaron que los equipos seleccionados no participarían en los partidos de la UEFA de esa temporada.
El sentido de desprendimiento de los planificadores está claro en el contrato. Pérez y sus compañeros organizadores se prometieron a sí mismos una ganancia multimillonaria por la venta de los derechos de retransmisión televisiva. Estos ingresos debían servir para reembolsar un anticipo del banco de inversión estadounidense JP Morgan Chase.
El banco debía pagar 3.525 millones de euros en concepto de financiación inicial a cambio de que los clubes se comprometieran a participar durante 23 años. Cada año, incluidos los intereses, habría que pagar 264 millones de euros a JP Morgan, con lo que el banco habría obtenido finalmente unos ingresos de 6,1 …( billion) mil millones, un negocio lucrativo.
Como corresponde a los súper ricos del fútbol, los fundadores de la Superliga -con la ayuda del bufete de abogados Clifford Chance- habían pensado mucho en cómo minimizar el pago de impuestos al crear el negocio. Un borrador de 26 páginas visto por DER SPIEGEL revela que la comercialización iba a ser gestionada por una empresa subsidiaria en un paraíso fiscal.
La financiación inicial de JP Morgan iba a ir a parar a una firma luxemburguesa, que a su vez sería propiedad de una fundación holandesa a través de otra empresa. Los ingresos de los derechos de televisión también habrían ido a parar a Luxemburgo. Una agencia de relaciones públicas que trabaja para la Superliga confirmó esas estructuras. “Necesitan un vehículo para pagar a los equipos de forma centralizada”, dijo un portavoz de la Superliga a DER SPIEGEL, señalando que Luxemburgo es miembro de la Unión Europea.
Por supuesto, el padrino del proyecto, Pérez, había previsto una posible resistencia a la Superliga. Todo un ejército de abogados estaba destinado a proteger a la nueva entidad de las sanciones de la UEFA y la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, o de posibles procedimientos por daños y perjuicios.
La Superliga había estado preparando la guerra contra los funcionarios con las federaciones y asociaciones que rigen el fútbol y se negó a dejarse acobardar por el Presidente de la UEFA, Aleksander Čeferin, que destripó a los renegados como “serpientes” y “mentirosos”.
Sin embargo, lo que el grupo aparentemente no había contado era la furia de los aficionados y de sus propios jugadores. Los jugadores profesionales del Liverpool FC y su entrenador, Jürgen Klopp, se distanciaron inmediatamente de los planes de su empleador para la Superliga. Con la firma del contrato de fundación, el club había tratado a los jugadores como un producto “plug and play” (“conectar y usar”) que podía ser insertado en una competición completamente diferente sin ni siquiera decírselo o pedirles su opinión.
Pep Guardiola, el entrenador español del Manchester City, también expresó su claro desprecio por el plan a la dirección de su club. “No es un deporte si el éxito está garantizado o si no importa cuando se pierde”.
Si quieres lanzar un nuevo producto, tienes que desarrollar una visión y promocionarlo de forma inteligente. El fútbol se comercializa a través de la emoción y el carisma de sus estrellas, pero Pérez y la gente de su entorno ni siquiera se molestaron en reclutar a grandes profesionales para su causa. Sólo querían llevar a cabo su plan, como un robo.
Al final, su arrogancia y megalomanía se convirtieron en su propia perdición. El FC Arsenal, por ejemplo, se echó atrás por la indignación de sus seguidores. “Hemos cometido un error y pedimos disculpas por ello”, escribió el club en una carta a sus seguidores.
En los círculos empresariales, el torpe intento de golpe de estado de los 12 clubes está causando muchos quebraderos de cabeza. Un experto en marketing de una consultora dice que “la aceptación” de una Superliga “debería haberse comprobado mejor de antemano”. También parece que no se investigó lo suficiente la cuestión de si las grandes empresas de televisión y de streaming, como principales patrocinadores, aceptarían el nuevo producto.
Pérez sigue con sus planes y dice que quiere “salvar el fútbol” con la Superliga. Pero sería más exacto decir que quiere salvar a su propio equipo. Con la caída de las ventas en el Real Madrid, parece que teme que el equipo esté en peligro de muerte. Anunció desafiantemente que seguro que pronto habrá un nuevo intento. El empresario también sabe que cuenta con el respaldo del FC Barcelona, que ha acumulado una deuda de unos 1.000 millones de euros.
La Superliga debe salvar al asombroso gigante español del colapso. Los cimientos están puestos, como muestra el contrato actual. El documento muestra cómo los clubes pretendían repartir los ingresos de la competición entre ellos según una elaborada fórmula. Los entendidos calculan que cada club de la Superliga podría haber recibido 700 millones de euros por temporada.
Un añadido aparece al final de una sección del contrato: durante las dos primeras temporadas, el Barcelona y el Madrid iban a recibir cada uno 30 millones de euros extra al año. Sólo el Barça y el Real, y ningún otro club.
¿Seguirán los bancos apoyando a Pérez? El polémico acuerdo futbolístico ya ha tenido consecuencias para JP Morgan. Standard Ethics, una de las agencias que califica a las empresas en base a los llamados criterios ESG, ha rebajado la calificación del banco estadounidense de “adecuada” a “no conforme”.
Eso puede parecer poco importante, pero podría salirle caro al banco, dado que los inversores son cada vez más conscientes de si las empresas cumplen con las normas medioambientales, sociales y regulatorias ESG cuando toman decisiones sobre la compra de acciones.
Al justificar la decisión, la agencia de calificación dijo que los planes del banco y los clubes no cumplían las normas de sostenibilidad formuladas por las Naciones Unidas, la OCDE y la UE.
AUTORES DE ESTE ARTÍCULO:
Tim Bartz, Rafael Buschmann, Danial Montazeri, Gerhard Pfeil, Christoph Winterbach y Michael Wulzinger
De la revista Der Spiegel | spiegel.de
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